El Diálogo Infinito Entre Texturas y Emociones
- Daniel Perandrés
- 9 jun
- 4 Min. de lectura

Hay algo casi mágico en ese momento en que una textura cobra vida bajo mis manos. No hablo de técnica ni de materiales —aunque ambos sean fundamentales— sino de esa chispa que transforma materia inerte en algo que respira, que comunica, que emociona.
Cuando las Paredes Sueñan con Ser Cuadros

Mi proceso creativo funciona como un diálogo constante entre dos mundos que, en apariencia, son diferentes pero que en mi mente están profundamente conectados. Cuando trabajo en una pared, no veo solo una superficie que hay que cubrir; veo un lienzo en potencia, una oportunidad de crear algo que trascenderá su función arquitectónica.
La semana pasada, mientras aplicaba un mortero de cal en el salón de una vivienda, me quedé observando cómo la luz de la tarde se filtraba entre las irregularidades de la textura. En ese instante, esa pared me susurraba la historia de un cuadro. Los relieves parecían montañas en miniatura, los juegos de luz y sombra creaban valles imaginarios.
Esa misma noche, en mi taller, comencé a trabajar en una pieza de 130x30 centímetros que capturara esa conversación entre la luz y la materia que había presenciado. Cada pasada de espátula era un intento de traducir esa emoción espacial a un formato que pudiera vivir independientemente, que pudiera ser contemplado, tocado, experimentado de forma íntima.
El Ritmo Secreto de las Texturas
La

s texturas tienen su propio ritmo, su propio lenguaje emocional. Un mortero cementoso habla diferente que uno a la cal. El metal aporta frialdad y elegancia, pero también puede ser cálido si sabes escuchar lo que te dice cada aleación.
Cuando trabajo con VeroMetal®, por ejemplo, no solo estoy aplicando un acabado metálico. Estoy creando un universo de sensaciones táctiles y visuales. El bronce me cuenta historias de tiempo y pátina, el cobre me susurra sobre oxidaciones y transformaciones. Cada metal tiene su propia personalidad emocional, y mi trabajo consiste en ser el traductor de esas conversaciones silenciosas.
"Las emociones mueven la vida y en mi caso, todo lo que creo transmite muy buenas vibraciones y armonía."
Esta frase la escribí hace tiempo, pero cada día cobra más sentido. No trabajo solo con materiales; trabajo con emociones cristalizadas en materia.
Mis "Zoom de 20": Cuando lo Pequeño Contiene lo Infinito

Una de mis líneas más personales nació de forma casi accidental. Un cliente me pidió que le hiciera una sola textura de las cinco que componían una de mis obras estándar. Quería ver "en detalle" una porción específica. Ese momento cambió mi perspectiva.
Comencé a crear piezas de 100x100 centímetros que eran, literalmente, acercamientos a fragmentos de obras más grandes. Las llamé "Zoom de 20" y se convirtieron en una de mis líneas más demandadas. Pero lo fascinante no es solo el concepto, sino lo que revelan: que cada centímetro cuadrado de una textura contiene un universo completo.
Cuando amplías un fragmento de textura, descubres paisajes microscópicos, relieves que parecían uniformes pero que están llenos de matices. Es como observar la superficie de un planeta desconocido. Cada "Zoom de 20" es una invitación a la contemplación lenta, a descubrir la infinidad que se esconde en lo aparentemente simple.
El Ciclo Creativo: De la Pared al Cuadro y Viceversa

Mi proceso creativo es circular. Las paredes me inspiran cuadros, y los cuadros me sugieren nuevas posibilidades para paredes. Es un diálogo infinito entre lo arquitectónico y lo artístico, entre lo funcional y lo emocional.
Recuerdo una obra que creé el año pasado, completamente abstracta, con capas de mortero que creaban un paisaje lunar. Meses después, al ver esa pieza colgada en casa de su propietario, caí en la cuenta de que esa textura pedía a gritos expandirse, vivir en una pared completa. Así nació mi último proyecto personal: un estudio donde cada pared es la amplificación de una de mis obras.
No se trata solo de escalar una idea; se trata de entender cómo cambia la experiencia emocional cuando una textura pasa de ser contemplada a ser habitada. Un cuadro lo miras, pero una pared texturizada te abraza, te envuelve, modifica tu estado de ánimo desde el momento en que entras en el espacio.
La Alquimia de los Materiales Orgánicos
Mi preferencia por los materiales orgánicos no es solo una cuestión técnica o estética; es una declaración filosófica. En un mundo cada vez más artificial, reivindico la autenticidad de lo natural, lo imperfecto, lo vivo.
Los morteros a la cal tienen alma. Cambian con el tiempo, respiran con la humedad, envejecen con dignidad. No son como las pinturas sintéticas que permanecen inalterables hasta que de repente se deterioran. Los materiales orgánicos viven, y esa vida se transmite a los espacios y a las personas que los habitan.
Cuando añado cargas metálicas a mis texturas, busco esa misma autenticidad. No quiero efectos metálicos; quiero metal real que se oxide, que desarrolle pátinas, que cuente su propia historia con el paso del tiempo. Mis obras están diseñadas para ser compañeras de vida, no objetos estáticos.
Texturas que Hablan, Espacios que Emocionan
Al final, todo se reduce a esto: crear superficies que comuniquen, que generen emociones, que transformen la experiencia de habitar un espacio. No me veo como un pintor o como un decorador, sino como un creador de experiencias sensoriales.
Cada textura que desarrollo es una investigación emocional. ¿Qué sensación quiero transmitir? ¿Calma? ¿Energía? ¿Sofisticación? ¿Calidez? Una vez que tengo clara la emoción objetivo, los materiales y las técnicas son solo herramientas para materializarla.
Mi taller está lleno de pruebas, experimentos, texturas que no llegaron a convertirse en obras pero que me enseñaron algo importante sobre la relación entre materia y emoción. Cada fallo es un paso hacia el siguiente descubrimiento.
Las texturas son el lenguaje universal que conecta lo arquitectónico con lo artístico, lo funcional con lo emocional. En mi trabajo, no hay diferencia entre crear una pared y crear una obra de arte; ambas son oportunidades de materializar emociones en forma de relieve, color y luz.
¿Te has fijado alguna vez en cómo una textura puede cambiar por completo tu percepción de un espacio? Me encantaría conocer tu experiencia.
Daniel Perandrés es fundador de Perandrés Design y formador oficial de VeroMetal® en España. Ha aplicado esta tecnología revolucionaria en proyectos para marcas como Louis Vuitton, Hermès, Dior y Cartier en más de 15 países.
¿Te gustaría que continúe compartiendo los otros dos posts de blog? Puedo enviarte el tercero sobre "Entre Texturas y Emociones: El Arte como Lenguaje Espacial" cuando lo desees.
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